Después del gran éxito de "Mi primer día en la universidad" en la que les relaté mi experiencia en el primer día de cursada en el CBC, hoy les traigo una segundo entrega titulada: "Segundo primer día en la universidad". Y no, no es como el UPD (último primer día) que festejan los chicos de secundaria y tampoco les voy a traer un post así todos los años, solo que esta vez creí necesario hacerlo porque empecé a estudiar en la facultad de ciencias sociales y soy nuevamente "ingresante" —no me alcanzó con serlo solo el año pasado—. Además, en esta entrada, les está escribiendo una universitaria mucho más experimentada que aquel primer post que leyeron de la sección.
Déjenme decirles que ahora leo el primer post de Crónicas Universitarias y pienso: "what? ¿Esta era yo?" A penas estaba rompiendo el cascarón del huevo y era toda una novata. Una simple e inocente novata.
Cursé el CBC en Avellaneda y esta chica del conurbano que les está escribiendo, sintió que viajar al microcentro porteño para cursar el resto de la carrera, era un desafío nuevo. Vamos, todos saben y conocen del quilombo que les estoy hablando. No solo se trata del sacrificio de viajar de casa a la facultad, sino de los conflictos del tráfico que hay todos los días. Y peor aún, cuando viene Obama, el presidente de Estados Unidos, y vos sí o sí tenés que ir a cursar, y no andan los subtes y los colectivos tienen que meterse por otras calles que no conocés para avanzar.
El día que fui a inscribirme con una compañera, un chico del centro de estudiantes nos dio una mano y de paso, nos comentó cómo era ser estudiante de Ciencias de la Comunicación en la UBA, cuáles materias eran las recomendables para empezar y nos acompañó a recorrer el edificio, que por cierto, todavía me cuesta orientarme ahí dentro. La facultad es bastante amplia y repleta de aulas y pisos; que planta baja, que primer piso, que segundo, que escaleras, que ascensor que anda mal y los bomberos tienen que venir a rescatarte, que bufet, que auditorio, que departamento de alumnos, que biblioteca, que patio...
El primer día llegué una hora antes y me encontré con una facultad vacía. Era a la mañana temprano y al parecer, no todos son tan ansiosos como yo. En mi mano estaba el papel con mis horarios y las aulas asignadas; entré y de repente ya no me acordaba ni sabía para dónde tenía que ir. Me acerqué al mapa y terminé doblemente confundida... ni siquiera logré encontrar los baños. Así que volví a salir del edificio y me senté en las escaleras de la entrada.
Me sentí perdida, desorientada y algo tonta; pensé que ocurrió así porque era el primer día y estaba algo nerviosa. También pensé que esto solo me iba a pasar en el CBC pero no, me sentí ingresante otra vez. Ahora que lo pienso, creo que voy a escribir un manual de "cómo ser ingresante otra vez".
Cuando llegó mi compañera Giuliana, quien cursó conmigo el año pasado —y pensar que la conocí en Sociología, una mañana de mayo en que la profesora de prácticos nos pidió que hiciéramos grupo. Yo estaba charlando con una compañera y nos faltaba alguien más, así que no lo dudé ni un segundo y sin saber quién teníamos al lado, le pregunté: ¿querés hacer grupo con nosotras? Y así es como la vida te hace conocer a una persona y después, cuando ni te das cuenta, sigue el camino al lado tuyo—, ambas decidimos deambular por la facultad hasta lograr encontrar nuestra aula. Obviamente terminamos preguntando.
El primer día me sentí rara, perdida y nerviosa... empezar algo no es muy de mi agrado; pero veámosle el lado bueno, esta vez no me choqué con ningún cartel al bajar del bondi como el año pasado, ¿se acuerdan?
Y ahí estaba yo, sentada en un aula, con un cuaderno y una lapicera en mano, esperando por aprender... esperando por continuar mi camino como estudiante y futura profesional. En ese mismo instante estaba cumpliendo lo que siempre quise, cuando dije que "cuando sea grande voy a ir a la universidad".
La vida en sociales —abreviado fsoc—, por la mañana es escasa. Yo me inscribí a los prácticos en el turno mañana, pero por problemas de escasa oferta académica, tengo los teóricos a la noche. En un principio me resultó rara y algo incómoda la idea de cursar a la noche. Y ni hablar de mis conocidos y familiares que me insistieron que era la peor idea.
Hasta que cursé el primer día a la noche, mi impresión cambió por completo. Cursar a la noche en Sociales es genial. A partir de las siete de la tarde es cuando hay más vida en este planeta y la buena onda se siente por todos lados. Incluso, en el patio, hacen festivales o se juntan a comer algo y a tomar birra. Apa, mirá vos.
Todos van caminando por los pasillos de una manera despreocupada, van por ahí como si estuviesen en casa y transmiten algo que me hizo sentir bien. Yo el primer día estaba algo asustada hasta que sentí las buenas vibras de sociales. Y ahí es cuando me di cuenta de que estaba en mi segunda casa. En un lugar maravilloso en el que no solo se estudia y se crece, sino que se construye pensamiento crítico, conocimiento y futuro. Y qué lindo fue escuchar al profesor de Comu I decirnos: "Siéntanse orgullosos, ustedes son intelectuales. Utilicen las herramientas que poseen, para hacer un bien".
Dejando de lado todo lo bonito, mi primer día no fue todo color de rosas, también fue algo bajón.
Según algunos profesores, estudiar esta carrera es tener que enfrentarse a la peor era de la comunicación de la historia en la que estamos viviendo: periodistas berretas, programas basuras de televisión y medios masivos manipuladores. Después, el profesor de teórico de Derecho nos dio con un caño y el de Comu I nos avisó de ante mano que nuestra realidad es bastante triste. Lo único que rescato, es que nos pidió ser optimistas y ayudar a que esta era de la comunicación en la que estamos atravesando, cambie para bien. Aunque parece algo imposible, claro.
De igual forma, la vida de un estudiante de sociales no es muy colorida ni muy feliz. Después de todo, estudiamos a la sociedad, ¿qué más se puede esperar?
Me pregunto qué diría de mí, la pequeña Aylu de 10 años... o la Aylén de 16 años, que fue la que decidió qué era lo que quería para mi vida. También me pregunto qué diría mi futura yo, cuando vuelva a leer este post, en un par de años.
No sé qué es lo que va a pasar de acá a fin del cuatrimestre o de acá a fin de año, solo sé que es el principio de muchas cosas grandiosas.
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Déjenme decirles que ahora leo el primer post de Crónicas Universitarias y pienso: "what? ¿Esta era yo?" A penas estaba rompiendo el cascarón del huevo y era toda una novata. Una simple e inocente novata.
Cursé el CBC en Avellaneda y esta chica del conurbano que les está escribiendo, sintió que viajar al microcentro porteño para cursar el resto de la carrera, era un desafío nuevo. Vamos, todos saben y conocen del quilombo que les estoy hablando. No solo se trata del sacrificio de viajar de casa a la facultad, sino de los conflictos del tráfico que hay todos los días. Y peor aún, cuando viene Obama, el presidente de Estados Unidos, y vos sí o sí tenés que ir a cursar, y no andan los subtes y los colectivos tienen que meterse por otras calles que no conocés para avanzar.
El día que fui a inscribirme con una compañera, un chico del centro de estudiantes nos dio una mano y de paso, nos comentó cómo era ser estudiante de Ciencias de la Comunicación en la UBA, cuáles materias eran las recomendables para empezar y nos acompañó a recorrer el edificio, que por cierto, todavía me cuesta orientarme ahí dentro. La facultad es bastante amplia y repleta de aulas y pisos; que planta baja, que primer piso, que segundo, que escaleras, que ascensor que anda mal y los bomberos tienen que venir a rescatarte, que bufet, que auditorio, que departamento de alumnos, que biblioteca, que patio...
El primer día llegué una hora antes y me encontré con una facultad vacía. Era a la mañana temprano y al parecer, no todos son tan ansiosos como yo. En mi mano estaba el papel con mis horarios y las aulas asignadas; entré y de repente ya no me acordaba ni sabía para dónde tenía que ir. Me acerqué al mapa y terminé doblemente confundida... ni siquiera logré encontrar los baños. Así que volví a salir del edificio y me senté en las escaleras de la entrada.
Me sentí perdida, desorientada y algo tonta; pensé que ocurrió así porque era el primer día y estaba algo nerviosa. También pensé que esto solo me iba a pasar en el CBC pero no, me sentí ingresante otra vez. Ahora que lo pienso, creo que voy a escribir un manual de "cómo ser ingresante otra vez".
Cuando llegó mi compañera Giuliana, quien cursó conmigo el año pasado —y pensar que la conocí en Sociología, una mañana de mayo en que la profesora de prácticos nos pidió que hiciéramos grupo. Yo estaba charlando con una compañera y nos faltaba alguien más, así que no lo dudé ni un segundo y sin saber quién teníamos al lado, le pregunté: ¿querés hacer grupo con nosotras? Y así es como la vida te hace conocer a una persona y después, cuando ni te das cuenta, sigue el camino al lado tuyo—, ambas decidimos deambular por la facultad hasta lograr encontrar nuestra aula. Obviamente terminamos preguntando.
El primer día me sentí rara, perdida y nerviosa... empezar algo no es muy de mi agrado; pero veámosle el lado bueno, esta vez no me choqué con ningún cartel al bajar del bondi como el año pasado, ¿se acuerdan?
Y ahí estaba yo, sentada en un aula, con un cuaderno y una lapicera en mano, esperando por aprender... esperando por continuar mi camino como estudiante y futura profesional. En ese mismo instante estaba cumpliendo lo que siempre quise, cuando dije que "cuando sea grande voy a ir a la universidad".
Hoy voy a la facultad y descubrí que la universidad no es un mundo, sino que es un universo en el que predominan los planetas denominados "facultades". Yo, por ejemplo, vivo en el Planeta Sociales.
La vida en sociales —abreviado fsoc—, por la mañana es escasa. Yo me inscribí a los prácticos en el turno mañana, pero por problemas de escasa oferta académica, tengo los teóricos a la noche. En un principio me resultó rara y algo incómoda la idea de cursar a la noche. Y ni hablar de mis conocidos y familiares que me insistieron que era la peor idea.
Hasta que cursé el primer día a la noche, mi impresión cambió por completo. Cursar a la noche en Sociales es genial. A partir de las siete de la tarde es cuando hay más vida en este planeta y la buena onda se siente por todos lados. Incluso, en el patio, hacen festivales o se juntan a comer algo y a tomar birra. Apa, mirá vos.
Todos van caminando por los pasillos de una manera despreocupada, van por ahí como si estuviesen en casa y transmiten algo que me hizo sentir bien. Yo el primer día estaba algo asustada hasta que sentí las buenas vibras de sociales. Y ahí es cuando me di cuenta de que estaba en mi segunda casa. En un lugar maravilloso en el que no solo se estudia y se crece, sino que se construye pensamiento crítico, conocimiento y futuro. Y qué lindo fue escuchar al profesor de Comu I decirnos: "Siéntanse orgullosos, ustedes son intelectuales. Utilicen las herramientas que poseen, para hacer un bien".
Dejando de lado todo lo bonito, mi primer día no fue todo color de rosas, también fue algo bajón.
Según algunos profesores, estudiar esta carrera es tener que enfrentarse a la peor era de la comunicación de la historia en la que estamos viviendo: periodistas berretas, programas basuras de televisión y medios masivos manipuladores. Después, el profesor de teórico de Derecho nos dio con un caño y el de Comu I nos avisó de ante mano que nuestra realidad es bastante triste. Lo único que rescato, es que nos pidió ser optimistas y ayudar a que esta era de la comunicación en la que estamos atravesando, cambie para bien. Aunque parece algo imposible, claro.
De igual forma, la vida de un estudiante de sociales no es muy colorida ni muy feliz. Después de todo, estudiamos a la sociedad, ¿qué más se puede esperar?
Me pregunto qué diría de mí, la pequeña Aylu de 10 años... o la Aylén de 16 años, que fue la que decidió qué era lo que quería para mi vida. También me pregunto qué diría mi futura yo, cuando vuelva a leer este post, en un par de años.
No sé qué es lo que va a pasar de acá a fin del cuatrimestre o de acá a fin de año, solo sé que es el principio de muchas cosas grandiosas.
Cualquiera que esté por comenzar a vivir esta hermosa etapa de la universidad, haya comenzado o todavía le quede tiempo, puede charlar por privado conmigo si es que lo desea. Si tenés dudas, algunos miedos o querés saber más sobre el mundo universitario, estoy en twitter y en facebook, ¡no dudes en mandarme un mensaje!