Tuve más de un mes de vacaciones de invierno (sí, les doy permiso de envidiarme) bien merecidas después de tanto estudio. A mí el primer cuatrimestre me pegó duro porque se me vino todo de golpe y mi coco no funcionó tan bien como algunos creen. Así que en estas semanas de descanso logré "rehabilitarme" un 55% para volver a empezar mañana y... no quiero. Bueno, en realidad sí porque me encanta, pero por otro lado no porque tengo miedo. No tengo ganas de enfrentarme a estas tres materias nuevas porque eso implica conocer profesores nuevos y leer kilos y kilos de apuntes (porque mis materias son puramente teóricas) y viajar dos horas y media por día, y levantarme a las 4 am para tomar el tren y PEOR aún, ir a cursar LOS SÁBADOS. Sí chicos, me tocó cursar los sábados *suena el violín de fondo* hasta las 13hs y no saben lo mucho que estoy sufriendo desde ya, ¿acaso los fines de semana no son para descansar, dormir, mirar pelis y series o salir? Pero no, me vienen a asignar un sábado. La vida está siendo demasiado injusta conmigo o estoy meada por un dinosaurio... capaz que las dos cosas. En fin, vayamos a nuestro tema.
Lo bueno y lo malo de la universidad: todos sabemos que cualquier cosa existente en este mundo tiene algo bueno y algo malo, ¿no? Hoy voy a hablar sobre esas cosas, pero que posee la universidad. Claro, desde mi punto de vista y de acuerdo a mis vivencias. Veamos:
Bueno: En la universidad aprendemos, crecemos y nos formamos
Empecemos con algo bueno:
vamos a la universidad para aprender, en su mayoría (se supone) cosas que nos gustan y que nos ayudan a formarnos a eso que queremos ser; en mi caso, una comunicóloga. En resumen, la universidad te hace crecer y te convierte en un profesional (o eso también se supone).
Malo: La universidad produce cansancio y sueño
Para equilibrar, este es el primer punto negativo a resaltar.
Te la pasás teniendo sueño. Tanto, que en los teóricos empezás a cabecear mientras el profesor habla y habla y en un intento de mantenerse despierta/o bostezás y terminás llorando del sueño (cuando se te caen las lágrimas de tanto bostezar). Pasa que seguro te quedaste estudiando hasta tarde o te quedaste viendo una peli genial que enganchaste haciendo zapping a las tres de la madrugada.
Bueno: En la universidad conocés gente nueva y profesores copados
Vayamos a lo mejor de lo mejor de la universidad: conocer gente nueva y profesores copados.
¿Se acuerdan cuando en el segundo post de crónicas universitarias hablamos sobre sociabilizar?
Bueno, al principio cuesta, pero
después es re común hablarse con cualquiera y conocer a mucha gente en un día. Capaz que hablás dos palabras con alguien esperando entrar al aula y después no hablan más, tampoco terminás sabiendo ni cómo se llama, pero hablaron re bien. Bueno,
en la universidad pasa eso todo el tiempo y hasta en el baño.
Me pasó que en este cuatrimestre me hice un grupete de chicas que estudian lo mismo que yo y otro en semiología de los cuales, la mayoría de los chicos van para psicología -uno para bibliotecología y otro para letras-. Todos ellos
me hicieron la cursada más liviana y divertida y creo que valió la pena conocerlos y juntarme con ellos. Obvio que el premio de compañía se lo llevan mis chicas comunicadoras (Giuly, Hebe, Mari y Yesi) que
además de compañeras de curso y carrera, se convirtieron en compañeras de risas y lágrimas, de apoyo y fuerzas. No hay nada mejor que juntarse con gente que se ríe con vos, que entiende tus chistes y comparte el sufrimiento/ganas de estudiar.
Voy a contar una anécdota que la voy a llevar siempre en mi cabeza, porque es muy graciosa y bizarra, que viví con Giuliana y Yesica una tarde de un viernes. Las tres nos juntamos a estudiar para el parcial de semiología y nos fuimos a almorzar al Alto Avellaneda. Horas antes, mientras cursábamos sociología, entró un señor a darnos una "charla concientizadora sobre el VIH" y después pidió "una ayuda para darle de comer a sus hijos" (más de la mitad del curso le dio algo). Eramos como cien.Volviendo a la escena en la que las tres estábamos en el patio de comidas "estudiando", se nos dio por mirar para un lado y nos llevamos la sopresa de que el mismo señor estaba sentado por ahí, con un pote de helado de Freddo, un libro recién comprado en Yenni y un celular mejor que el mio.Era claro que había usado el dinero que le habían dado nuestros compañeros para hacerse la tarde y después dormir una siesta mientras nosotras estudiábamos. No nos quedamos ahí y le sacamos una foto. Bah, en realidad le saqué una foto (ah, re osada era la Aylu) y nos reímos un rato. A los segundos, detrás de mí, se sienta un señor vestido casi de la misma forma que él y nos empezó a mirar de una manera sospechoza a la vez que lo miraba a él. A los minuos, ambos desaparecieron al mismo tiempo y llegamos a la conclusión de que trabajaban juntos y nos habían descubierto que los habíamos descubierto (?). Fue re loco.
Malo: No hay muchas probabilidades de que tengas vida social fuera de la universidad
Y sí, una de las cosas malas que tiene la universidad es que te arrebata el tiempo para tus amistades. Tu vida social fuera de la facultad nunca antes había sido tan escasa desde que los parciales atacan. Así que vas a sociabilizar en la universidad como nunca. Aunque no te alarmes, vas a encontrar juntarte con tus amigos, pero de vez en cuando, ya no es como antes.
Bueno: Ese momento en el que te enamorás de tu profesor/a
Quiero hablar de algo que jamás pensé que lo iba a hacer ni mucho menos vivir, pero, ¿no les pasó que se enamoraron de un/a profesor/a?
Quiero contarles mi experiencia, aunque bueno, no se le podría decir "enamorar"", pero exagerar es más divertido.
En la primer clase de sociología (en el teórico)
entró un profesor canchero de aspecto ganador-nerd-sencillo-mediohippie, rubio, con anteojos y barba. Empieza a hablar, te dice que es licenciado en Comunicación Social y ¡¡PUM!! Corazones por todos lados.
Con mis chicas comunicadoras nos la pasábamos hablando de él; de lo
atractivo, inteligente y gracioso que es. Mi profesor de sociología era la combinación perfecta: belleza, inteligencia y buen sentido del humor. Cada vez que explicaba los textos, todas quedábamos más o menos así:
De vez en cuando alguna se tenía que sorber el hilo de baba o intentar no sonreír como tonta cuando hacía una pausa y tomaba un sorbo de agua de su sexy botella ecológica *suspira*. Y después llegar a casa y googlearlo, enterarse de que salió en la tele y escribió un libro y enamorarse más... bueno me calmo.
Lo mejor de todo es que el sentimiento con las chicas era en común y todas soñábamos con él. Después caés en la realidad y entendés que siempre va a ser tu profesor y nada más que eso aunque te sientas todas las clases en la primera fila y le des charla.
También están los profesores (más grandes, por ejemplo) que te dan ganas de que sea tu tío o tu abuelo para pasar tardes tomando café con facturas y hablando sobre la psicología social y cómo salvar el mundo (only para los que estudian humanidades).
O están esos o esas que te terminan cayendo mal por actitudes desubicadas y hostiles para con los estudiantes. Siempre son los que te desalientan. Créanme, se van a encontrar con todo tipo de profesores... y compañeros, claro.
Malo: La universidad produce estrés
Este punto viene de la mano con el de cansancio y sueño, y yo creo que este es mucho peor. La facultad es estresante y te la pasás sintiendo cansancio, o por lo menos es al principio, o por lo menos es durante la época de parciales. Pero nadie se salva de esto. También suele pasar que no todo te va a gustar y no en todo te va a ir bien. Pero si te esforzás puede que lo logres todo o por lo menos a la mayoría.
Bueno: Ser universitario es ser cool
Por último, no hay nada más cool que ser universitario y sentirse intelectual (?). Porque "faa Aylén empezó la universidad, qué grande está" y en la mesa familiar todos lo comentan y de repente te sentís superior a tus primos(?).
Como dije anteriormente y les contesté a muchos de ustedes,
la universidad es la vida: tiene cosas buenas y malas, la pasás bien y mal, llorás y reís... vivís de todo y te hace crecer. Hay que aprovecharla y disfrutarla a pesar de todo lo negativo que tenga, porque después de todo, tiene cosas positivas también.
Así que a vivirla.
Qué ganas de volver a Bariloche, che.